Remedios Varo

  María de los Remedios Varo Uranga nace el 16 de Diciembre de 1908 en Anglés (Gerona), España. Se crió en el seno de una familia muy contrapuesta, ya que su padre era un culto librepensador de espíritu polifacético y su madre una ferviente católica, profundamente creyente y conservadora, caracteres bien distintos que conformaran parte de la personalidad de la niña Remedios, en unos tiempos en que la sociedad se estructuraba alrededor del rigor, el orden y las reglas, en una época en que el papel de la mujer estaba históricamente definido.

  Remedios era una niña inquieta que tenía algo especial, una soledad muy personal que a veces le hacía viajar muy lejos con sus fantasías, desde muy pequeña, inventaba y creaba. Su padre fue consciente de las facultades de Remedios y desde una edad temprana le enseñó el dibujo profesional, la perspectiva y las matemáticas, inculcándole el sentido de la perfección y el amor a la lectura, lo que hizo que desde su más tierna niñez, la pequeña María de los Remedios comienza a devorar libros, incluso los textos científicos de su padre y de su hermano mayor, los cuales en su época eran considerados prohibidos para ella, no sólo por el hecho de ser joven sino también por ser mujer. La rigidez de las normas sociales junto con su imaginación desbordante configuraron una compleja vida espiritual aunque muy alejada de la religión, se maravillaba con las manifestaciones de la naturaleza y estudiaba para comprender los avances científicos de su tiempo, no se conformaba con lo que veía y buscaba respuestas más allá de lo tangible.

  En 1913 su padre es destinado a Marruecos, aunque el padre trabajaría en Larache, la familia residiría en Algeciras donde nacería su hermano Luis. Parece ser que la familia también vivió en Tanger y Casablanca antes de trasladarse en 1917 definitivamente a Madrid, donde por la insistencia de la madre, Remedios estudiará en la escuela religiosa de San Isidro donde obtuvo el título de bachiller con sobresalientes notas, consiguiendo matrículas de honor en Dibujo y Geometría. En 1924, Remedios cuenta ya con 15 años y con la connivencia de su padre, entró a cursar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo a profesores de talla como Manuel Benedito y Julio Romero de Torres, Moreno Carbonero y Garnelo, todos ellos apreciaron la constancia, el tesón y el talento de Remedios. Era ya una gran dibujante, su primer maestro había sido su padre que la inició en el manejo del compás, la escuadra y el cartabón. Compañeros suyos fueron Dalí, un curso superior, Francis Bartolezzi, Francisco Ribera, José Luis Florit, Maruja Mallo, y su primer marido, Gerardo Lizárraga. Seis años después, en 1930, concluyó con su formación artística y participó en una exposición colectiva de la misma institución, así como en otra organizada por la Unión de Dibujantes de Madrid.

  Apasionada ya del surrealismo, la joven Remedios viaja a Paris una vez acabados sus estudios en 1929, su intención es ampliar conocimiento y entrar en contacto con el mundo artístico francés, acudirá a la escuela de Arte “la Grande Chaumière”. En septiembre del año siguiente contrae matrimonio con Gerardo Lizárraga y ambos regresan a París, donde permanece algo más de un año. Su intento de integrase en los movimiento pictóricos parisinos no tiene el existo esperado, vivir del arte y la publicidad para dos recién llegados no es una tarea fácil, y ser aceptados por el exigente grupo surrealista todavía menos, y ante la oferta que recibe Gerardo para trabajar en Barcelona como diseñador, la pareja vuelve a España.

  Remedio encaja bien en el ambiente vanguardista que respira la capital catalana, la pareja trabaja en publicidad y se siente libre para experimentar con el arte y con su vida, conocen al pintor catalán Estaban Francés, con el que comparte estudio. Esteban y ella producen dibujos, colagge y cadáveres exquisitos y establecen vínculos con los movimientos artísticos vanguardistas barceloneses. Esteban pronto se convierte a su amante y con él Remedios inaugura una forma muy peculiar de conducir su vida sentimental.

  Otro personaje importante en la vida y obra de Remedios es el pintor y agitador cultural Oscar Domínguez que ejercerá un papel fundamental entre la cultura de vanguardia francesa y española, que pondrá a Remedio en contacto con el poeta francés Benjamín Péret, cuando éste se traslada a Barcelona para tomar parte en la guerra civil. De la mano de Péret, llega a París en la primavera de 1937, les sigue Esteban Francés, y junto a estos dos hombre que rivalizan por su amor, Remedios compartirá piso en la capital francesa. Benjamín es el poeta del surrealismo y es el que la introduce en el grupo surrealista de París, la relación con Benjamín fue una relación de amistad, de amor, de pasión y de identificación. En esta etapa Varo pasa de ser una tímida oyente de las tertulias a una creadora reconocida. Remedios busca un lenguaje propio y realiza cuadros influenciada por todo lo que está sucediendo en el movimiento surrealista parisino. Como prueba de su independencia, Remedios mantiene un exclusivo grupo de amigos al margen del colectivo surrealista, formado por Oscar Domínguez, Esteban Francés, y otra de sus parejas Víctor Brauner, pintor rumano que despertará en ella la pasión por la alquimia, la magia y los fenómenos psíquicos que influirán decididamente en su pintura.

  La invasión nazi a Paris en 1940 provoca su detención y la de Péret, una vez en libertad, como otros millones de refugiados se dirige hacia el sur. En Marsella convive con muchos colegas de los cafés de París, todos ellos buscan la forma de escapar antes de ser detenidos, durante la espera recuerdan lo buenos tiempos e incluso realizan algunos cadáveres exquisitos con claras connotaciones políticas. Remedios consigue llegar a la ciudad norteafricana de Casablanca con la idea de abandonar definitivamente Francia y gracias al Comité de Salvamento de Urgencia, organizado por Estados Unidos para salvar a los intelectuales europeos consiguen un pasaje para salir de Casablanca rumbo a México.

  La hospitalidad del gobierno mexicano contrastaría con el frio recibimiento que le dispensaron los artistas mexicanos comandados por el muralista e hispanófobo Diego Rivera y Frida Calo, pintora y poetisa mejicana. En Méjico predominaba lo que se conoce como la escuela mejicana de pintura, y la tendencia que era aceptada públicamente era la representación figurativa nacionalista. Los artistas exiliados europeos se mantendrá unidos, siendo el domicilio de Remedio uno de los lugares habituales de encuentro para la colonia de exilados europeos entre los que se encontraba su amiga Leonora Carrington, con la que comparte una misma sensibilidad en el arte y la vida, son vecinas, se ven a diario y se divierten inventado pociones mágicas o diseñando juegos surrealistas. Remedios se ganaba la vida trabajando en la publicidad, aunque es una etapa en la que no tiene tiempo de trabajar en su propia pintura, las obras que realiza para la farmacéutica Bayer le sirven para experimentar de una manera distinta con la pintura, ya estudiaba el esoterismo, la conciencia, la cuarta dimensión en las ilustraciones que hacía para los medicamentos e imaginaría escenarios que después repetirá en sus pinturas de madurez.

  Una vez concluida la guerra mundial Benjamín Péret opta por volver a Europa y Remedio decide quedarse en México, y en su vida entra el piloto francés John Nicol, catorce años más joven que ella y con el que emprende un viaje inolvidable a los llanos del Orino de Venezuela. En este país recupera el contacto con su madre y hermanos y conoce a su sobrina Beatriz, su estancia se prolongará dos años durante los cuales, como integrante del Instituto Francés de América Latina, trabajó como ilustradora entomológica, en carteles para la empresa Bayer y en el Instituto de Malariología de dicho país, donde hace estudios microscópicos de los mosquitos y realizó grandes dibujos de estos insectos para una campaña de salubridad antipalúdica.

   De vuelta en México entra en su vida un refugiado austriaco Walter Gruen a quien conocía desde los años 40, y al que se unirá sentimentalmente una vez haya roto definitivamente con John Nicol. En 1952 surge la gran Remedios Varo, comienza a pintar de forma metódica, madura y enormemente creativa. Walter conocedor del talento de Remedios le aconseja que se alejara de todo lo que no fuera su pintura. Remedios sigue los consejos de Walter y en 1955 participa en una exposición colectiva a la que concurre con dos obras que incorporan ya todos los elementos de su inconfundible estilo, ante el exito de la exposición la emplazan para realizar al año siguiente una exposición individual. A ésta concurre con doce obras, que se venden en solo tres días. La fama y el reconocimiento de Remedios despegó definitivamente, la obra de Remedios Varo madura a una velocidad vertiginosa y los temas de sus imágenes que cada vez se encuentran en lo más profundo de su ser, son el reflejo de lo mucho que ha aprendido de su mágica visión del mundo de sus miedos pero también de su gran sentido del humor.

  El proceso de trabajo de esta última etapa de Remedios, lo describe perfectamente Teresa Arcq, historiadora del arte de la siguiente forma: "Sus cuadros se caracterizan por están todos ellos hechos con una precisión matemática. Remedios concebía la idea, una vez que la tenía clara en su mente, la plasmaba en un boceto preparatorio exactamente del tamaño en el que pensaba concebir el cuadro, ese boceto era calcado en otro soporte que podía ser un óleo o una tabla de masonite para ser pintado después, además será de una delicadeza, con pinceladas pequeñas, minuciosas, que le llevaba a veces hasta meses, poder pintar un cuadro. Sin embargo en cada uno de sus cuadros ella va a combinar esta parte muy estructurada y consciente con elementos inconscientes, va a recurrir a la decalcomanía, por ejemplo para hacer la parte de los cielos, a utilizar el frottage para la parte de los cielos o el grattage para la parte de los bosques, de los árboles o de las rocas, entonces va a permitir que el azar entre de alguna manera en sus cuadros".

  Después realizaría dos nuevas exposiciones, también individuales, que fueron otros incontestables éxitos, le llueven los encargos, lo que acepta a regañadientes. De esta etapa es su única escultura “El homo rodans”, que algunos consideraron un homenaje crítico a la ciencia como única fuente de respuesta a los enigmas de la vida y para otros fue un divertimento exploratorio para ver qué posibilidades escultóricas se tenían a través huesos de pollo con espinas de pescado y poder matar el tiempo durante el reposo que tuvo que mantener varios meses después de una lesión de columna.

  En 1963 terminó su último óleo “Naturaleza Muerta Resucitando” ” curiosamente la única obra donde no aparece ninguna figura humana, pero en la que parece que la autora está más presente que nunca y comenzó “Música del Bosque” que un paro cardiaco dejó inconclusa. El 8 de octubre de 1963, fallece Remedios Varo en su casa, de forma tranquila, junto a Walter, que será el último hombre de su vida, aunque hasta su muerte siguió manteniendo contacto con todas sus parejas, especialmente con su primer compañero Gerardo Lizárraga con cuyos hijos Remedios mantuvo una estrecha relación, a los que intenta transmitir su técnicas pictóricas. Remedios ni adoptó ni tuvo hijos y los hijos de Lizárraga que cariñosamente le llamaba “tía”, eran para ella los hijos que no tuvo.

  Remedios fue una mujer surrealista, defensora de las vanguardias, pero ante todo, como dejó demostrado a lo largo de su vida, Remedios fue ella misma. Posiblemente si la muerte no hubiese venido tan pronto a buscarla, Maria de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranda, hubiese alcanzado las más altas cotas de reconocimiento mundial.

  Cabra en el Recuerdo ha querido dedicar este espacio a Remedios, de una parte, en reconocimiento a esta gran pintora, en la que se cumple el dicho de que "nadie es profeta en su tierra" y de otra parte, en reconociento de ese libre pensador que inculcó, cultivó, protegió y preparó a su hija para que sobre todo "fuera ella" en la época y en la sociedad en la que les toco vivir, ese hombre al que nos referimos nos es otro que nuestro paisano Don Rodrigo Varo y Zejalvo.