Esta página ha sido confeccionada con las fotografías, informaciones y comentarios que han llegado a Cabra en el Recuerdo de facebook, y a través de ellos, podremos aumentar nuestros conocimiento sobre la vida, obras y milagros de nuestro insigne paisano Juan Valera y Alcalá Galiano, y hacernos una idea de la sociedad de nuestro pueblo en el siglo XIX.
Agradecimiento expreso a todos los que día a día siguen profundizando en los estudios sobre la obra de Juan Valera, encabezados por Centro de Estudios Valerianos en la Biblioteca Pública Municipal "Juan Soca" de Cabra.
Hacemos extensible nuestro agradecimiento a todos lo que han participado en este Reto, aportado material para su confección así como a todos los que sin hacerlo la han seguido día a día.
Terminamos significando que está página no se cierra, seguirá abierta en espera de futuras aportaciones.
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Juan Valera y Alcalá Galiano nació en Cabra, Córdoba (España), el 18 de octubre de 1824. Era hijo de José Valera Viaña y la Marquesa de la Paniega Dolores Alcalá Galiano, ambos aristócratas. Estudió Lengua y Filosofía en el seminario de Málaga entre 1837 y 1840 y en el colegio Sacromonte de Granada en 1841, ciudad donde inició estudios de Filosofía y Derecho en la Universidad, en esta época comenzó a escribir en la revista Alhambra. Publicó su libro Ensayos poéticos en 1844.
Empezó a ejercer la carrera diplomática en Nápoles junto al embajador y poeta Ángel de Saavedra, Duque de Rivas; allí estuvo dos años y medio aprendiendo griego y entablando una amistad profunda con Lucía Paladí, marquesa de Bedmar, "La Dama Griega" o "La Muerta", como gustaba de llamarla, a quien quiso mucho y que le marcó enormemente. Después, distintos destinos lo llevaron a viajar por buena parte de Europa y América: Dresde, San Petersburgo, Lisboa, Río de Janeiro, Nápoles, Washington, París, Bruselas y Viena. De todos estos viajes dejó constancia en un entretenido epistolario excepcionalmente bien escrito e inmediatamente publicado sin su conocimiento en España, lo que le molestó bastante, pues no ahorraba datos sobre sus múltiples aventuras amorosas. Fue especialmente importante su enamoramiento de la actriz Magdalena Brohan.
Ideológicamente, era un liberal moderado, tolerante y escéptico en lo religioso, lo que explicaría el enfoque de algunas de sus novelas, y su atracción por la política que lo llevó a presentarse en 1850 como diputado por el partido liberal moderado de Narváez. Ese mismo año se trasladó a Lisboa. En 1851 fue a Río de Janeiro donde conoció a su futura esposa Dolores Delavat. En 1858 se jubiló y decidió establecerse en Madrid, donde inició una desganada carrera política: fue diputado por Archidona, oficial de la secretaría de estado, subsecretario y ministro de Instrucción Pública en el breve reinado de Amadeo de Saboya. Tras la renuncia del rey Amadeo, Juan Valera abandonó sus funciones y se retiró a su casa de Doña Mencía. . Regresó a la política y a la secretaría de estado y ocupó el puesto de embajador en Lisboa, Bruselas, Viena y Washington, en esta última ciudad mantuvo una relación amorosa con la hija del secretario de estado estadounidense, veinticinco años más joven que él, Katherine C. Bayard, que acabó suicidándose. En 1861 se casó en París con Dolores Delavat.
En el último periodo de su existencia, aquejado por diversas enfermedades y ciego, disfrutó de una famosa tertulia en su hogar de la Cuesta de Santo Domingo de Madrid y a la que acudían entre otros Marcelino Menéndez Pelayo y Ramón Pérez de Ayala.
Aunque pertenecía por generación al romanticismo se decantó por una escritura preciosista y fluida, con una sutil descripción de personajes y situaciones, que lo convirtieron en uno de los grandes novelistas de la literatura española del siglo XIX. En 1860 explicó en el Ateneo de Madrid la Historia crítica de nuestra poesía con un éxito inmenso. Fue miembro de la Real Academia Española desde 1862 y un literato muy admirado por los escritores de la talla de José Martínez Ruiz, Azorín, Eugenio D'Ors y los modernistas.
Colaboró en diversas revistas desde que como estudiante lo hiciera en La Alhambra. Fue director de una serie de periódicos y revistas, fundó El Cócora y El Contemporáneo y escribió en Revista de Ambos Mundos, Revista Peninsular, El Estado, La América, El Mundo Pintoresco, La Malva, La Esperanza, El Pensamiento Español y otras muchas revistas. Fue diputado a Cortes, secretario del Congreso y se dedicó al mismo tiempo a la literatura y a la crítica literaria. Perteneció a la época del Romanticismo, pero nunca fue un hombre ni un escritor romántico, sino un epicúreo andaluz, culto, irónico y amante del sexo. Se decantó por una escritura preciosista y fluida, con una sutil descripción de personajes y situaciones, que lo convirtieron en uno de los grandes novelistas de la literatura española del siglo XIX. Amplió largamente su cultura mediante los viajes y un estudio constante. El hispanista y literato Gerald Brenan asegura que fue el mejor crítico literario del siglo XIX después de Menéndez Pelayo; actuó siempre por encima y al margen de las modas literarias de su tiempo, rigiéndose por unos principios estéticos generales de sesgo idealista. Fue uno de los españoles más cultos de su época, propietario de una portentosa memoria y con un gran conocimiento de los clásicos grecolatinos; además, hablaba, leía y escribía el francés, el italiano, el inglés y el alemán. Tuvo fama de epicúreo, elegante y de buen gusto en su vida y en sus obras, y fue un literato muy admirado como ameno estilista y por su talento para delinear la psicología de sus personajes, en especial los femeninos; cultivó el ensayo, la crítica literaria, el relato corto, la novela, la historia (el volumen VI de la Historia general de España de Modesto Lafuente y algunos artículos) y la poesía; le declararon su admiración escritores como José Martínez Ruiz, Eugenio D'Ors y los modernistas (una crítica suya presentó a los españoles la verdadera dimensión y méritos de la obra de Rubén Darío).
Ideológicamente, era un liberal moderado, tolerante y elegantemente escéptico en cuanto a lo religioso, lo que explicaría el enfoque de algunas de sus novelas, la más famosa de las cuales continúa siendo Pepita Jiménez (1874), publicada inicialmente por entregas en la “Revista de España”, traducida a diez lenguas en su época y que vendió más de 100.000 ejemplares; el gran compositor Isaac Albéniz hizo una ópera del mismo título. Como se ha dicho Valera cultivó todos los géneros literario: epistolar, periodístico, crítica literaria, poesía, teatro, cuento y novela. Sus obras completas alcanzan los 46 volúmenes.
Entre sus obras de narrativa larga se encuentran Pepita Jiménez (1874, la más perfecta). En ella consigue el ideal que siempre persiguió su autor, el arte por el arte. Escribió esta novela a los 50 años de edad y fue convertida en ópera con música de Isaac Albéniz; Las ilusiones del doctor Faustino (1875); El comendador Mendoza, 1876; Doña Luz (1879); Pasarse de listo, (1878); Juanita la Larga (1895); Genio y figura (1897); Morsamor (1899); Elisa, "la Malagueña" (inacabada).
Y en narrativa corta Valera escribió: Parsondes; El pájaro verde; La buena fama; La muñequita; Cuentos y chascarrillos andaluces, 1896; Cuentos y diálogos ; Novelas y fragmentos, 1907; Cuentos, 1908; El bermejino prehistórico y Garuda o la cigüeña blanca.
Falleció el 18 de abril de 1905 en la ciudad de Madrid.