Apenas ocho kilómetros nos separan de nuestro vecino más próximo, Lucena, este bello pueblo, rodeado de una rica campiña de olivos y viñas, con una extensión de de 351 km² y unos 42.500 habitantes y enclavado en un importante nudo de comunicación de carreteras, es una ciudad dinámica que atesora un rico patrimonio histórico y artístico herencia de un importante pasado judío, árabe y cristiano que la hicieron un próspero enclave como ciudad de las tres culturas.
Durante la primera época musulmana adquiere una especial relevancia por ser núcleo principal de la población judía en Al-Ándalus. De hecho, Lucena estuvo habitada exclusivamente por judíos entre los siglos IX y XII . Estuvo en ella una importante escuela universitaria judía, muchos de cuyos sabios viajarían más tarde a Toledo a fundar la Escuela de traductores. De la época judía queda un elenco de pequeñas y estrechas calles en el centro de la localidad, alrededor de la antigua sinagoga.
Tras la conquista de Alfonso I de Aragón en 1148 la “Ciudad de los Judíos” fue invadida y arrasada por los almohades ante la negativa de aquéllos de convertirse al Islam. Los supervivientes se dirigieron hacia el norte encontrando en Toledo la tolerancia necesaria para erigir otra comunidad donde la cultura judía pudo desarrollarse en gran manera.
En 1240 fue tomada por Fernando III de Castilla quien la donó al obispo y al cabildo de la catedral de Córdoba, quienes a su vez, la permutaron, en 1342 a doña Leonor de Guzmán, amante de Alfonso XI, por otros bienes rústicos e inmuebles en Córdoba.
A partir de 1975, Lucena comienza un rápido crecimiento económico convirtiéndose en uno de los principales centros industriales de Andalucía, destacando la producción agrícola de aceitunas, la industria vinícola y la industria de fabricación de muebles.