Desde el molino Fondón situado en los límites urbanos orientales de la ciudad de Cabra, junto al camino de Lucena, hasta el puente de la Benita, lindante al término municipal del vecino pueblo de Monturque se extienden las que son conocidas en Cabra como «Las Huertas Bajas». Esta zona singular de cultivo forma una galería o huertas de ribera que se acomodan en ambas márgenes del río Cabra, en cuya terraza inferior se asienta en una longitud de unas dos leguas y con una anchura oscilante según las concavidades de los meandros y el encajonamiento del río, que desciende desde la cota 500 del manantial de la Fuente del Río pasando por la cota de 400 metros en la inmediaciones del casco urbano (molino Fondón) a los poco más de 300 metros de altitud del puente de la Benita.
Aunque este asentamiento es inmemorial ya que Romanos y árabes supieron sacar provecho a este vergel que proveniente de las Sierras Subbética incursionaba en las secas tierras de la campiña cordobesa, las primeras noticias escritas que tenemos de estos predios datan de la Ordenanzas municipales de la Villa de Cabra de 1593.
A lo largo de todo el cauce de río Cabra desde que se tiene memoria, sabemos que los hortelanos han habitado sus tierras y han situado sus moradas en caseríos dispersos a ambas márgenes de la ribera, aunque la mayor concentración de viviendas las encontramos a unos diez kilómetros del casco urbano de Cabra, allá donde convergen el arroyo Pozas y el río Santamaría con el río Cabra, lo que ha dado lugar al núcleo rural de la Huertas Bajas, donde sus habitantes, mantienen sus costumbres y tradiciones, buscando una singularidad propia dentro de municipio egabrense, así como una mejora en dotación de servicios que redunde en una mayor calidad la vida de sus moradores.
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